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Ejercicio Escrito y Fotografía al Estilo Surrealista



La conocí una noche llena de rocío, no sé, creo que era azul o tal vez verde, no creo que sea rosado. Ayer la vi entre dientes, estaba sentado observando la luna crepuscular, noctambula, como vestida de blanco entre nubes de neón, era ella, brillante, a veces podrida, como llena de luces obcecantes, incesantes. Destruida tal vez, creo que nostálgica, como dada a sus devaneos, como posando para la foto, carmesí, destrozando, como sollozo ensangrentado, como si algo dentro de ella se desmoronara a gotas, como un niño añejo, desparpajada, semidesnuda, como ella, tan señora pero tan falacia. Ella, solo ella en luces de amarillo, en luces de algarabía, como despidiéndose a ratos de melancolía, en medio de un tren que no llega, que no logra construir. La veré llorar, la veré dormir, como duermo a veces, esperando, la veré morir de soslayo, incandescente, como llora un niño perdido, la veré volver esperando que llegue su trampa, su libertad, su maullido. Este tren que no llega, abarrotado de tristeza, de buses estampados, de doñas y caballeros sucios, de niños ahogados. La veré partir como estrella de verano, como café de colina, como obscena seducción, la veré partir en sus nubes grises, en sus luces aberrantes, la veré rendirse ante otros hombres, ante su guerra, de rodillas mendigando el futuro y el pasado. La veré sufrir ahogándose entre sus gases, entre sus huesos.

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